jueves, 25 de octubre de 2012

Segundo Misterio Glorioso. La Ascensión del Señor al cielo


La Ascensión del Señor al cielo

La Ascensión del Señor. Autor Juan de Flandes. Museo Nacional del Prado

«El Señor Jesús, después de hablarles, ascendió al cielo y se sentó a la derecha de Dios» (Mc 16, 19).  

«Esta última etapa permanece estrechamente unida a la primera, es decir, a la bajada desde el cielo realizada en la Encarnación. Sólo el que "salió del Padre" puede volver al Padre: Cristo» (CIC, 661).


La meditación de este misterio, nos la ofrece el cofrade D. Miguel Ángel Novo Pérez,

M E D I T A C I O N

La Ascensión del Señor al cielo


La Ascensión del Señor no es el fin de su presencia sino el comienzo de una nueva presencia entre nosotros. Jesús no se va, simplemente deja de ser visible. No nos deja huérfanos, sino que se instala más definitivamente entre nosotros con otras presencias.

El movimiento del ascenso, de la subida, nos hace pensar en el descenso, en la Encarnación: el que vuelve al Padre es el que salió del Padre. Cristo “sale” del Padre para hacerse hombre, sin dejar de ser Dios. La Encarnación es un acontecimiento definitivo, irreversible: para siempre, el que era sólo Dios es también hombre. Y por su Ascensión, un hombre, uno de los nuestros, ha entrado para siempre en Dios. Si la Encarnación supone la máxima cercanía de Dios a los hombres, la Ascensión supone la máxima cercanía de los hombres a Dios.

El cielo está allí dónde está Cristo. Y Cristo está en el corazón de los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen. Su camino es signo y anuncio de la esperanza de la Iglesia. Ahora es el tiempo de la Iglesia, el tiempo de los discípulos que debemos continuar la obra del Señor. El mandato misionero de Jesús no deja lugar para la duda: “Id y proclamad el Evangelio”, que no es más que repetir en nuestra vida las obras y palabras de Jesús. Hacerlo presente, instalarlo definitivamente entre nosotros con otras presencias.

Cristianos, cofrades, testigos-seguidores de Jesús Resucitado, “¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo?” “Yo estoy con vosotros”, dice el Señor. Está. Realmente presente. Jesús Resucitado, “sentado a la derecha del Padre”, es signo de la presencia de Dios en el mundo. La Ascensión del Señor es el triunfo de la esperanza del ser humano. Es el final feliz de la Historia de nuestra Salvación. Es la victoria de Jesús sobre la muerte, sobre el mal.

Jesús nos marcó un camino cuya esencia es el Amor. Y cuya meta final es el Cielo prometido. Solo el Amor puede conducirnos al centro de la gloria: al corazón mismo de Dios. Es el tiempo de la Iglesia, el momento del compromiso, la hora de todos nosotros, los que presentes en el mundo hemos creído.

El triunfo de Jesús también es el triunfo de María, Madre de la Iglesia. La Ascensión del Señor, preludio y anticipo de la Asunción de María. Porque Tú, Madre del Rosario, también estabas allí, con los apóstoles, tus nuevos hijos, la Iglesia naciente que Jesús dejó a tu cuidado. Estabas allí, para ver el Triunfo de tu Hijo que era tu propio triunfo. Nuestro triunfo. La última prueba de que estamos salvados.

“La última alegría fue quedarte marchándote.
Tu subida a los cielos fue ganancia, no pérdida;
fue bajar a la entraña, no evadirte.
Al perderte en las nubes
te vas sin alejarte,
asciendes y te quedas,
subes para llevarnos,
señalas un camino,
abres un surco.
Tu ascensión a los cielos es la última prueba
de que estamos salvados,
de que estás en nosotros por siempre y para siempre.
Desde aquel día la tierra
no es un sepulcro hueco, sino un horno encendido;
no una casa vacía, sino un corro de manos;
no una larga nostalgia, sino un amor creciente.
Te quedaste en el pan, en los hermanos, en el gozo, en la risa,
en todo corazón que ama y espera,
en estas vidas nuestras que cada día ascienden a tu lado.”

(José Luís Martín Descalzo)


                                              Miguel Ángel Novo Pérez


En nombre de la Junta de Gobierno de esta Venerable Cofradía queremos agradecer la colaboración de Miguel Ángel con esta campaña.

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