lunes, 15 de octubre de 2012

Segundo Misterio Luminoso. Las bodas de Caná


Las bodas de Caná

Las bodas de caná. Autor Leandro Bassano. Museo Nacional del Prado


«Tres días después se celebraba una boda en Caná de Galilea y estaba allí la madre de Jesús. Fue invitado también a la boda Jesús con sus discípulos. Y, como faltara vino, porque se había acabado el vino de la boda, le dice a Jesús su madre: "No tienen vino". Jesús le responde: "¿Qué tengo yo contigo, mujer? Todavía no ha llegado mi hora". Dice su madre a los sirvientes: "Haced lo que él os diga"». (Jn 2, 1-5). 


«En el umbral de su vida pública, Jesús realiza su primer signo -a petición de su Madre- con ocasión de un banquete de boda. La Iglesia concede una gran importancia a la presencia de Jesús en las bodas de Caná. Ve en ella la confirmación de la bondad del matrimonio y el anuncio de que en adelante el matrimonio será un signo eficaz de la presencia de Cristo» (CIC, 1.613).


La meditación de este misterio, nos la ofrece el periodista de Diario de Cádiz y cofrade D. Pablo Manuel Durio Díaz, 

M E D I T A C I O N

Las Bodas de Caná

Del texto de Las bodas de Caná me gustaría hacer dos reflexiones. De un lado, debíamos centrarnos en la frase del final del capítulo de Juan (2, 1-5) que nos ocupa: “Haced lo que Él os diga”. Estas son las palabras que la Virgen trasladó a los sirvientes de aquella boda que se celebraba en Caná. 

Y esas palabras se nos deben marcar a fuego vivo en nuestro día a día, como creyentes y católicos practicantes que somos. “Haced lo que Él os diga”. Hay que confiar ciegamente en Jesús, sobre todo en estos tiempos tan malos que corren para la sociedad. Por más enfermedades que aparezcan y que cada vez se extiendan más, por más problemas laborales que podamos tener, por situaciones económicas que asfixien a nuestras familias... siempre nos debe quedar a los cristianos la Fe en Jesucristo. Él dirá. Él siempre estará ahí para velar por nosotros, para abrirnos una ventana cuando las puertas se nos vayan cerrando. Seguro. Esa debe ser una convicción en nuestras vidas. 

Y siempre debemos estar dispuestos a oír lo que Él nos diga, algo que también en estos tiempos parece harto complicado debido al ritmo acelerado que lleva la sociedad y a tantas comodidades y satisfacciones materiales que nos propician desde muchos sectores y que de alguna manera están llevando a la pérdida de valores.

Por eso, en estas condiciones actuales -crisis económica acuciante y falta de valores vinculada al consumismo y a las comodidades excesivas- debemos ser nosotros los cristianos, los cofrades en particular, los que abanderemos esa Fe en Jesús. En las palabras que Él nos diga. En lo que Él tenga preparado y dispuesto para cada uno de nosotros. Solo así sabremos, estoy convencido, llevar con mejor espíritu nuestros problemas más cercanos, nuestras preocupaciones más importantes en cada momento de nuestras vidas.

Junto a esta reflexión, me parece también interesante entender este capítulo de Las bodas de Caná como un 'guiño' del Evangelio de Juan -el único que recoge este episodio- hacia el sacramento del matrimonio. De alguna forma, debemos entender que con las palabras de la Virgen y la actuación de Jesús en esa boda se está santificando el matrimonio, “signo eficaz de la presencia de Cristo”, según se nos dice en la reflexión que sigue a este Evangelio.

Ciertamente, el matrimonio -como sacramento- es un bien que Jesús nos lega y un regalo que los que hemos aceptado tenemos que saber apreciar y disfrutar en todo momento. Al igual que seguir a Jesús hoy en día no es fácil, comprender la realidad del matrimonio, la importancia que debe tener para los cristianos y mantener esa unión entre los esposos tampoco lo es. Yo mismo -que recibí este sacramento hace poco más de un año- supongo que no soy capaz de comprender la realidad completa del matrimonio, pues aún es muy pronto. Pero todos hemos vivido de cerca o conocido episodios desagradables en matrimonios conocidos, por no hablar de todas las informaciones que casi a diario podemos leer en los medios de comunicación, casi siempre en el apartado de sucesos, relacionadas con episodios que atañen a matrimonios.

Quizá es que falte en muchas ocasiones esa conexión de matrimonio y bendición de Jesús, esa aureola que para los cristianos debe tener recibir ese sacramento. O quizá es que sea verdaderamente mantener los compromisos de ese sacramento. No lo sé, el tiempo me dirá qué parte tiene la razón. Pero mientras, intentaré vivir con intensidad (y con convicciones religiosas) el día a día en mi matrimonio, como creo que debemos hacer todos. Y, por supuesto, tener una confianza ciega en Jesús para que me ayude siempre tanto en mi vida diaria como, por supuesto, en el matrimonio que Él mismo bendijo cuando lo contraje. 

Así que, como María le dijo a los sirvientes en Caná, haré lo que Él me diga...

                                               Pablo Manuel Durio Díaz


En nombre de la Junta de Gobierno de esta Venerable Cofradía queremos agradecer la colaboración de Pablo con esta campaña.

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